lunes, 28 de abril de 2014

Quince años de sueño y ochenta días de despertar

Pasan los días y se suma al pueblo libertario más fuerza, más razones, más razón, mientras se le resta más el miedo, la indiferencia y en muchos casos lo que llaman lealtad al comandante. Sin embargo no ha sido suficiente, tomamos bocanadas de aire para seguir cuándo leemos de la lucha constante que el pueblo ucraniano ha librado contra su régimen, al igual que quienes ahora se resisten a un inminente cambio intentan agarrar fuerza al ver como Al Assad resiste y mata, sin gobernar, ni mucho menos liderar. La puja deja de ser desigual cuando la fuerza y la razón están en cada extremo de una especie de vara de funámbulo que sostiene a Venezuela sobre esta tambaleante cuerda floja, pues a pesar del exorbitante derroche del erario, las innumerables denuncias por violaciones de derechos humanos, el descarado manejo central de las instituciones, la persecución a vox populi de disidentes, la multiplicación de la pobreza, y tantos pero tantos miles de flagelos que se han convertido en método de gobierno mal llamado socialismo del siglo XXI, el régimen resiste gracias al noble y muy rico suelo venezolano que les da sin
ellos tener que producir. He ahí el centro de la protesta, que la riqueza de nuestro suelo no sea utilizada para levantar una economía productiva sino tristemente sea utilizada como una joya barata a ser empeñada por efectivo para gastarlo al instante en arepas rellenas de hambre, armas de fuego promotoras de paz y conciencias baratas en el mercado de presidentes vecinos con el único propósito de alimentar un modelo fracasado históricamente.


Para hablar de cifras ya pasamos los ochenta días de protesta continua, y solo en ese período de tiempo, cuarenta y dos venezolanos han sido asesinados en dichas protestas, cientos asesinados fuera de ellas que al parecer no cuentan porque es parte del día a día, en cerca de sesenta por ciento se ha disparado la inflación, setecientos cuarenta por ciento nos han devaluado la moneda, más de dos mil ciudadanos han sido detenidos por manifestar, van cerca de cincuenta casos confirmados de tortura, y la "Comunidad Internacional" en su mayoría vota a favor del silencio, es decir, a favor de todas las cifras mencionadas; Que mal se ve el mundo desde aquí, que mal nos ven desde afuera con indolente interés. Lo irónico es que éstas carencias de sentido filantrópico entre nuestros vecinos se convierten en razones para mantener la protesta, pues observamos cómo se han creado organizaciones para el desarrollo social y económico de las naciones miembros, pero en la práctica la mayoría de los miembros las utilizan sólo como mecanismos de apoyo político para los gobiernos, tal es el caso del Alba, Celac, Petrocaribe, OEA, y lamentablemente se vislumbra el mismo destino para el Mercosur.


Se transforma en trastorno estomacal ver la idolatría de mandatarios latinoamericanos al convaleciente Sr. Castro, el longevo dictador que ha sumido al noble pueblo cubano en un mundo paralelo de atraso, pobreza, miseria, persecución al pensamiento plural y odio al mundo externo, culpando a otros países de sus propios males y evadiendo toda responsabilidad por no haber alcanzado nunca la independencia económica, el progreso, la libertad y el desarrollo que es a todas luces lo que el pueblo necesita. Para basar esto en hechos, comparemos el bloqueo de Cuba con el bloqueo autoimpuesto por Japón para su recuperación, y a la vista de todos están los resultados de lo que es un modelo productivo, incluyente, y de verdadero desarrollo endógeno. Así estamos por casa, evadiendo toda responsabilidad y culpando a entes externos hasta de los males que aún no admite el régimen. Todavía osan decir que quienes los adversamos somos burgueses, que ignorancia tan pobremente infundada. Estados Unidos nos tiende la mano mencionando en el congreso posibles sanciones para los bienes y fortunas de los funcionarios venezolanos, y sería justo al menos conocer la proveniencia de esos bienes, porque tenemos más de diez años con un control de divisas que hace imposible para un ciudadano corriente adquirir bienes en otro país donde no se habita, y viniendo ellos de la clase trabajadora como dicen ser, sería motivo de investigación saber de dónde salen las divisas para dichas inversiones. Caso contrario sucede con el joven estudiante que protesta en la calle por ver un futuro pobre a pesar de cursar una carrera universitaria, porque de nada servirá el título si no se inscribe en el partido de gobierno, viendo como el sector privado es cada día más diminuto, y el público se adueña de lo poco productivo que queda para convertirlo en destructivo, manteniendo en la nómina a cualquier seguidor de la mentira, que ayude a alcanzar la cada día más notable dependencia gubernamental.


En ese círculo vicioso de Promesas - Fracasos - Evasión de responsabilidad - Persecución - Promesas, vive el gobierno, y sobrevive el pueblo, a quien sólo lo alimenta el odio subsidiado por el régimen porque ni los alimentos están llegando a ellos ya, es decir, la mayoría cae en el juego que cayeron los cubanos hace cincuenta años, y las nuevas decisiones gubernamentales en cuanto a control inconstitucional de instituciones, adoctrinamiento escolar, represión social y destrucción económica confirman que el rumbo de Venezuela va directo hacia el tan anhelado fracaso caribeño.

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