jueves, 27 de febrero de 2014

Comunidad o Complicidad Internacional?

Eran cerca de las cinco de la tarde de un Martes a comienzos del dos mil diez. La ciudad de Puerto Príncipe después de unas Navidades alegres como cada uno de sus habitantes,  había entrado de nuevo en su cotidiana pobreza (económicamente hablando), en la búsqueda del alimento de las crías que lloraban de hambre sin ser escuchados por quien pudiera tenderles una mano, pues seguían en el rincón del olvido de sus vecinos latinoamericanos; no muy diferente a como sucede en cualquier vecindario, dónde la mayoría advierten cada movimiento del vecino rico y ni siquiera recuerdan la existencia del pobre de la cuadra.
El llanto de las criaturas calló por unos instantes eternos, en que el suelo bajo sus pies decidió sacudirse la pereza y gritarle al mundo que Haití estaba allí, pero de una manera trágica y muy triste. Según información del entonces primer ministro Jean-Max Bellerive en el primer aniversario del sismo, trescientas dieciséis mil personas perdieron la vida en la tragedia, más del tres por ciento de la población del pequeño país caribeño. Inmediatamente la "Comunidad Internacional" levantó su voz y sus aviones para hacer llegar medicinas y alimentos entre tantos insumos para dar aporte a la recuperación de la basta destrucción que se vivía allí. El culpable de aquel evento: la naturaleza. Nadie a quién señalar, nadie a quien juzgar, nadie a quien detractar. Se hizo fácil reunir para hacer llegar a la brevedad de horas dinero, insumos, tropas, medicinas, y los muy predecibles discursos filantrópicos de los mandatarios mediáticos del mundo.
Desde ya aclaro que no quiero con esto decir que hay algo errado en estas expresiones de apoyo, sino que para efectos de esta nota, hablo sólo de lo fácil que se hizo enviarlas, debido a la falta de un personaje culpable del desastre que pudiera repudiar estas acciones "Humanitarias". En los casos de desastres naturales no habrá tirano que critique estas ayudas vitales para la reconstrucción, y aún más en el caso del vecino pobre de la cuadra, que cualquier ayuda será valorada y por tanto el heroísmo será más protagonista que la víctima misma.
Entonces, ¿Por qué la misma "Comunidad Internacional" no se ha pronunciado ante semejante tragedia que vive el estado venezolano desde hace ya quince años con casi doscientas mil víctimas fatales de la violencia? Entiendo que una nación en plena soberanía tiene la potestad de manejar sus cifras económicas y políticas a la manera que su pueblo lo permita, pero en el ámbito social, existen normas del derecho internacional que han sido firmadas en acuerdos donde Venezuela se ha suscrito como estado democrático que todavía dice ser. Y es que estamos hablando del mismo ejemplo de los hermanos haitianos, muertes trágicas por cientos de miles, un estado incapaz de dar solución, y una comunidad vecina alrededor aparentemente dispuesta a ayudar. ¿Qué hace la diferencia? Según la visión de quien escribe, la única diferencia notoria es la presencia de un culpable, alguien a quien señalar y a quien juzgar por la responsabilidad de estos actos fatales, alguien que puede (y lo ha hecho) agredir a algún vecino que intente levantar su voz para ofrecer ayuda a la catástrofe nada natural que acecha a los venezolanos.
Hace un par de días leía una entrevista a un destacado analista político, donde nos daba razones de peso para que personajes de la política latinoamericana no se pronunciaran ante los más que atropellos, crímenes de lesa humanidad que están ocurriendo actualmente en Venezuela. No resultaban más que intereses personales y totalmente egoístas de mandatarios que evitan un escándalo, o que apuestan a su "hoy por ti, mañana por mi", o simplemente un resguardo a intereses económicos. De allí, que como ciudadano venezolano, clamo al mundo por una acción, una palabra, un gesto de hermandad, que cuando el tirano lo critique, será una muestra de que fue una buena acción, y la buena voluntad será más protagonista que el heroísmo, dejando a un lado el egoísmo, y convirtiendo la región en una verdadera comunidad.

lunes, 24 de febrero de 2014

¿Quién dijo que lo que necesitamos es un líder?

            ¿De qué ha servido un líder para mejorar los temas económicos, sociales y políticos del país? Me parece que está a la vista de cualquiera que se haga llamar venezolano que no es precisamente lo que necesitamos. Oficialista o detractor, militar o civil, joven o adulto, hombre o mujer, científico o empírico, gocho u oriental; sabe que un personaje a seguir no es exactamente lo que solucionará el problema innegable que hunde a la sociedad venezolana. Si fuera esa la solución, la Venezuela de hoy mostraría índices de desarrollo crecientes y un mínimo de oposición ya que liderazgo es lo que ha sobrado durante el “Chavismo”.
            Es muy cierto que el bateador designado por el nuevo participante de la Serie del Caribe está fallo de esta habilidad, pero es sólo una más de las carencias que tiene el personaje para manejar un Estado, no ha podido controlar el ascenso exponencial de la inflación, aun manteniendo los precios del barril de petróleo en sus máximos históricos; después de decenas de planes contra la inseguridad intentados, el flagelo continúa cada vez con mayor agudeza; y su “falta de liderazgo” ha llenado su entorno de rumores negativos respecto a la poca autoridad que ejerce sobre los brazos políticos del régimen.
            Hablo del tema en un momento como éste, puesto que los estudiantes como propulsores del estallido social que mañana cumple tres semanas, no están a la espera de un líder para mantener sus peticiones, de allí que no causan efecto alguno las críticas destructivas a Henrique Capriles, ni calmó las calles el encarcelamiento ilegal de Leopoldo López, o mucho menos frenan al pueblo las amenazas a María Corina Machado, Henry Falcón, o al nuevo héroe el General Angel Vivas; para infortunio del régimen, todo esto se convierte en razones adicionales para continuar pidiendo el fin de un intento mil veces fracasado de dictadura.
            El líder de esta causa no es más que cada uno de los que estamos en contra de la opresión, del desabastecimiento (que venga del acaparamiento o de la paralización de la producción, sigue siendo mal control del estado), de la inflación que ataca a todo el que maneja el golpeado Bolívar como instrumento monetario, de las balas que no preguntan a qué partido político perteneces antes de entrar en tu cuerpo, de los que estamos en contra de una educación adoctrinada con una historia reescrita y resaltada sobre las ciencias que ayudan en el desarrollo de una nación. Los únicos que no son líderes aquí, son los homicidas (Intelectuales y materiales) que bajo el cobijo de la ley teñida de rojo sangre, fungen de amos quitando vidas sin remordimiento para eliminar la amenaza ciudadana que clama por un país mejor, ese del que nos alejamos cada día más.
            Los hechos mismos nos están enseñando nuestros errores electorales del pasado, como invité en mi nota “Voto por él porque sí!”, nuestra cultura electoral debe ser redirigida a evaluar al administrador de recursos, al diplomático aventajado, al analista financiero, y muy importante, al filántropo nacionalista. El día que busquemos estas características en un gobernante y dejemos de buscar al “Líder”, Venezuela será otra.

sábado, 22 de febrero de 2014

Dictadura

         Recuerdo bien el comienzo de toda esta pesadilla, a pesar de haber pasado ya casi 17 años de aquel anuncio; yo contaba apenas 15 años, era estudiante de bachillerato, y hasta entonces no tomaba muy en serio el tema político, pues no sentía que afectara nuestro día a día. No habíamos vivido situaciones difíciles, sin embargo, comenzaba a entender cómo las decisiones de los gobernantes afectaban la macroeconomía y el tema de inversión en infraestructura, ramo en el cual mi papá ha sido empleado desde que obtuvo su grado de Ingeniero Civil en 1975. En aquel anuncio, un hombre que fue portada por un día, por haber dirigido un Golpe de Estado confeso (aunque fallido), donde asesinaron decenas de venezolanos trabajadores e inocentes, recibía un indulto presidencial para salir de prisión sin haber cumplido si quiera la mitad de su condena por los delitos cometidos. El noble pueblo venezolano no atendió el peligro de aquel anuncio, que luego se transformó en una candidatura presidencial apoyada por la mayoría de la población, identificada con el populismo de aquel hombre que salió de la clase trabajadora, hablando el mismo léxico del ciudadano de a pie, y contando sus anécdotas sabaneras en las alocuciones que anteriormente acostumbrábamos escuchar con discursos diseñados con sutil cuidado verbal.
            No tardó en salir la retórica de estudiosos de la política de aquella época, explicando el por qué sería un grave error aupar aquella candidatura de un personaje tan manchado y que proyectaba un comunismo impensable en la poderosa y rica Venezuela. Pero ya era muy tarde, el pueblo en su nobleza había cumplido el ciclo de la bonanza económica y mostraba signos de cansancio por la corrupción que alimentaba por debajo de la mesa los intereses personales de quienes gobernaban. Estas advertencias (algunas no escuchadas, y otras no creíbles), hablaban de planes de represión a una inminente oposición política, de destrucción del aparato productivo nacional, de cercanía ideológica con países comunistas, de controles administrativos de divisas, de una evolutiva división social, de controles  gubernamentales para la distribución de alimentos e insumos de la cesta básica, de silenciar los medios de comunicación, de ruptura en relaciones comerciales con países desarrollados y demócratas, entre muchas otras advertencias que imaginábamos imposibles y hoy leemos en este recuento lamentándonos de haberlo permitido.
            Luego de ver los ataques represivos de estos últimos días, no entendemos cómo llegamos aquí. Hemos pasado 15 de los 15 años del “Socialismo del Siglo XXI” manifestando descontento, mientras los afectos al régimen radicalizan su defensa con armas suministradas por el mismo régimen, quien les cubre sus actos de corte fascista (Pues sólo ejerce el fascismo quien tiene el poder), acobijándolos con la benevolencia de un estado dueño de las instituciones que deben ser independientes, pero que reciben órdenes directas de personajes que un día fungen cómo jefes del poder Judicial, otro día como jefe del Ejecutivo, y otro como jefe del Legislativo, de manera tan pública que causa indignación en las víctimas de los hechos que ellos defienden.
            Cada día se hacen más fuertes y notorios estos flagelos, el gobierno persigue al inversionista y protege la economía informal, conoce las altas tasas de desempleo y hace convenios internacionales donde debe aceptar mano de obra extranjera en nuestro país, vemos en la calle colectivos armados bajo la venia del gobierno, funcionarios de la FANB compartiendo su vehículo motorizado con miembros de estos colectivos (portando armas de guerra), las diferentes fuerzas públicas reprimen manifestaciones pacíficas con armas de fuego, la mayoría de los medios de comunicación viven para publicitar al régimen, y los que no se han dejado comprar silencian con absoluta complicidad los abusos que suceden en las calles de todo el país, persecución y exclusión a quien expresa su descontento, ofensas y amenazas constantes de los gobernantes al pueblo disidente, y un millón de características básicas de una dictadura trasnochada que no han podido alcanzar en su totalidad en esta década y media de malas decisiones.
            Para los que somos demócratas de convicción, se nos hace obvio pensar que el salto dado en el rumbo de Venezuela ha sido hacia una dictadura Castro-comunista, tanto por la represión al pueblo, como por las malas decisiones administrativas que han quebrado abruptamente la economía nacional. Sin embargo, el término “Dictadura” también podría quedarse corto, si comparamos este desgobierno con la presidencia de Marcos Pérez Jiménez, donde la infraestructura vial, hospitalaria y educativa creció a tal escala que es de la que gozamos hoy en día, o con el régimen de Franco en España a quien sus filas militares no desobedecían sus decisiones por radicales que fueran, incluso, con la actual Bielorrusia de Lukashenko que en su autoritarismo brutal, ha desarrollado tecnología que ha vendido en una relación ganar-ganar a Venezuela, tomando en cuenta que dicho ganar-ganar es para Bielorrusia-Bielorrusia. Entonces en qué queda este régimen autoritario sin autoridad, pues públicamente es el presidente del partido político de turno quien da órdenes a instituciones, al alto mando militar, a gobernadores, sin mencionar los rumores de órdenes al propio “Dictador del siglo XXI”.


            Desde la lástima debo recomendar al “Dictador” que acepte su derrota, su derrota a sí mismo, pues aún tiene en duda su propia nacionalidad, su incapacidad para solventar los problemas del país dan fe de su derrota profesional, su obediencia a otras entidades (criollas y extranjeras) son prueba de su derrota política, y el pueblo entero en la calle no es más que la total derrota en su gestión. Suerte me queda desearle en sus futuras tareas de vida, pero acepte la derrota ya.

lunes, 17 de febrero de 2014

La cosa ¿estudiantil?

Es como una especie de estupor social, como un desagrado impotente con ahogo que eriza, lo que se siente al ver, oír, sentir y palpar lo que está sucediendo en nuestro País, y es que un gobierno puede convertirse en el bufón del pueblo cuando quiere tapar el sol con un dedo y esconder la realidad, viviendo en un mundo de fantasía.
El detalle importante es que más allá de hacer lo debido para convertirse en burla, causa gran daño ya que no es sólo el querer hacer ver al mundo que su gestión es la mejor, y que cuatro agitadores pretenden desestabilizar el régimen porque (según ellos) quieren una patria horrible. Hago énfasis en "Cuatro agitadores", ya que ha sido un término utilizado por voceros del régimen para referirse a los cientos de miles de venezolanos que apoyan la protesta pacífica de los estudiantes desde el 12 de febrero pasado, quienes han decidido esta alternativa porque sus ruegos no son escuchados, sus ruegos de una patria libre, donde puedan adquirir los productos de primera necesidad sin inconvenientes, y no sólo los de primera necesidad, sino también muchos otros que sean de su antojo, porque para eso se remunera el esfuerzo del trabajo, que es otro de sus clamores, un trabajo que cada día ven más difícil de obtener al salir de sus casas de estudio puesto que la economía productiva de Venezuela se va reduciendo cada día más, al punto de estar alcanzando la dependencia total del subsidio gubernamental. Nos ofrecieron una Patria independiente, que ahora importa más del 90% de lo que consume, una Patria libre, que ahora calla los medios de comunicación que no se han dejado comprar, una Patria Soberana, que tiene altos mandos militares de otros Países en nuestra Fuerza Armada, una Patria libre de pobreza, de corrupción, de contrabando, de miseria, de opresión, de monopolios; y basta levantar la cabeza para ver como la cúpula gubernamental son los jerarcas de estos flagelos. Entonces, ¿Cómo no van a protestar los estudiantes? Si el único futuro que ven, al imaginarse saliendo del Alma Mater, es el de cambiar su toga por un carnet de un partido político, que no les dará de comer, pero les permitirá entrar en la “macolla” que les hará creer que estarán bien, porque los demás están peor, o en el mejor de los casos, saldrán con la frente en alto a ejercer su carrera universitaria en un mercado laboral con una economía de puerto, devengando un salario insuficiente para pagar una renta, mucho menos para adquirir bienes propios, bienes cada día más escasos e inalcanzables por una inflación indetenible por un gobierno ineficiente, con la entrada de recursos jamás pensada en años anteriores, pero con un derroche descarado y desmedido que deriva en lo que estamos viviendo.
Se suma a todo esto la criminalización de la protesta, que aunque estipulada como legal en la carta magna venezolana, el señor que el CNE anunció como Presidente casi un año atrás, reprime con fuerzas prohibidas en un proceso democrático, maltratando ciudadanos, asediando estudiantes en Universidades autónomas y apresándolos con procedimientos fuera de los DDHH. Una razón de peso más para mantener la protesta.
Al final del día muchos preguntarán, ¿A dónde llegaremos con esto? Y sería absurdo hacerse la vista gorda respecto al sentido de la manifestación, pues ya no se trata de bandos políticos, se trata del ciudadano de a pie que está siendo afectado por una políticas económicas y sociales totalmente erradas, que históricamente no han funcionado en otros Países, y que en 15 años de intento han destruido la sociedad venezolana visiblemente. Es nuestro deber de esta manera levantar nuestra voz y nuestras manos, para sumarnos al descontento general por estos flagelos que en conjunto llevan en detrimento nuestro bienestar social, económico y moral. Basta de esperar que los estudiantes actúen por nosotros porque ellos son jóvenes, basta de sufrir en silencio las torturas indirectas de un régimen dictatorial heredado, basta de pasividad, vamos a la calle siendo lo que somos: Demócratas pacíficos buscando La Salida!