Amigo
uniformado,
Comienzo llamándote amigo únicamente porque el
paradigma social dice que es una buena manera de comenzar una comunicación
escrita, aunque no te sienta como tal. El motivo de esta misiva, no es otro que
darte algo de la mucha libertad que te han quitado, al menos sea esta leyendo,
porque queda en evidencia tu falta de lectura. Si leyeras noticias concebirías
que eres protagonista de un genocidio que va a tener un solo desenlace posible
y en el cual quedarás muy mal parado, si leyeras literatura adorarías la
belleza del arte y del pensamiento humano, el cual hoy reprimes sin saber por
qué, si leyeras historia entenderías que defiendes un proyecto que han
intentado en decenas de lugares y momentos diferentes sin éxito alguno, si
leyeras ciencia… no, definitivamente ciencia no lees, si leyeras de religión
diferenciarías el bien del mal, y entre muchas otras opciones, si leyeras
historietas sabrías que los malos nunca ganan.
Muchas veces he imaginado lo que debe pasar por tu
mente, por aquello de ponerme en los zapatos del otro para poder entenderlo, y
pienso cómo imaginas tu siguiente día en las noches cuando vas a la cama, tú
sabes, así como todos planeamos lo que haremos para que nuestro día sea el
mejor. De esta manera, me imagino tu rutina
en alguno de los siguientes escenarios:
Opción 1: Te levantas más pobre que ayer, pues el dólar
diario que recibes como pago ya no alcanza para pagar alquiler, colegio,
comida, y mucho menos un vestido nuevo para tu esposa o una cena en un
restaurante; sin desayuno por no encontrar comida en las tiendas sales de tu
casa exponiéndote al flagelo de la inseguridad del cual no estás exento. Llegas
al regimiento donde entras a una oficina con aire acondicionado y un General
con 1 kilo de metal en el pecho sin haber ido a guerra alguna te trata como un
perro mientras lo ves balbucear con la boca atiborrada de fritura, y sin
entender palabra alguna sabes que te está pidiendo lo mismo del día anterior: salir
a “aniquilar” al que se viste de paz y anhela libertad, esa que crees que nadie
merece si tú no la tienes. Allí comienza tu jornada heroica, y mientras se reparten
una galleta entre los cuarenta que van en el convoy, se ríen del mal olor que
hay comenzando el día, pues muchos allí no tienen ni para comprar detergente.
Llegas a tu punto asignado (sin aire acondicionado ni frituras) y comienzas a
desescuchar a todo el que pasa frente a ti con una bandera recordándote lo que
no quieres oír. Soportas hasta que la multitud comienza a multiplicarse en los
medios, y el General metal da la orden de atacar, con orgullo enfundas tu fusil
y BANG! Te sientes dueño de “algo” al apagar una vida, que no es la tuya porque
sabes que de esa no eres dueño. Después del pánico llega la calma, sabiendo que
recibirás una palmada en el hombro del General hojalata y podrás ir a
descansar. Pero al llegar a casa tu esposa no está, porque se fue de la 6ta
cola para comprar comida, para el funeral del hijo de la vecina, que fue
asesinado por gritar “Viva Venezuela”. No significa mucho, será solo una noche
más sin cena, sin sexo, y sin alguien que te lave el uniforme. Mañana será otro
día.
Opción 2: Amaneces entre tus sabanas de algodón egipcio
que compraste en tus últimas vacaciones, hoy decides ayudar con el desayuno,
así que demoras decidiendo entre arepas de trigo, de maíz, o cachapas con jamón
y queso. Todo con jugo de naranja y café, además de cereal con leche para los
niños. Salen todos en familia y dejas a los niños en el colegio que elegiste
para ellos porque imparten el tipo de educación con la que los quieres formar,
y vas rumbo a tu regimiento, donde la bandera tricolor ondea con el más firme
orgullo patrio. Tu laudable superior, que te ha enseñado con ejemplo todo lo
que sabes y más, te dice que será un día difícil, ya que hay terroristas en la
calle con armas de guerra intentando derrocar al gobierno legítimo que ha
traído la felicidad a Venezuela, así que tomas tu armamento anti motín, con el
cual sabes que no saldrá nadie gravemente herido, y que con tu entrenamiento de
alto nivel podrán disolver cualquier intento de los golpistas sin derramamiento
de sangre. Desarrollan en la oficina el plan estratégico para evitar
enfrentamientos y lo plasman en papel, van al sitio y lo ejecutan cual lo
acordado, pero un extremista demente abre fuego contra tus compañeros poniendo
en riesgo tu vida y la de los transeúntes que en plenitud viven su
cotidianidad, así que entre el ejercicio tropiezas y se te escapa un proyectil
lacrimógeno directo hacia el pecho del terrorista, el cual le causa su muerte.
Todo en defensa propia y del país, sin embargo sabes que el tropiezo implicará
una investigación por una institución independiente y que deberás someterte a
la justicia por ello. Finalizas el día en una oficina del regimiento brindando
declaración.
Opción 3: Te levantas simplemente a hacer lo tuyo, pero
otro también lo hizo y te quitó la vida al salir, con una bala que jamás será
buscada si quiera.
¿Con cuál opción te vas a dormir?
¿Alguna de ellas ha estado realmente en tus planes?
¿O acaso puedes imaginar una opción diferente?
Desestimado amigo, espero que sigas siendo protagonista
en esta historia, pero del lado correcto de la misma. Cientos de miles que
plasmaron en aquella boleta un deseo de cambio al poner en la presidencia a “alguien
diferente”, terminaron inocentemente dándole todo a un homicida, quien es hoy
el santo en los altares de tu regimiento porque su memoria es la principal
guardiana de las arcas del General hojalata. Por ello sé que obedeces sin leer.
P.D. En ninguna de las opciones te imagino leyendo,
deberías comenzar.