miércoles, 26 de abril de 2017

Carta al que está detrás del fusil

Amigo uniformado,
Comienzo llamándote amigo únicamente porque el paradigma social dice que es una buena manera de comenzar una comunicación escrita, aunque no te sienta como tal. El motivo de esta misiva, no es otro que darte algo de la mucha libertad que te han quitado, al menos sea esta leyendo, porque queda en evidencia tu falta de lectura. Si leyeras noticias concebirías que eres protagonista de un genocidio que va a tener un solo desenlace posible y en el cual quedarás muy mal parado, si leyeras literatura adorarías la belleza del arte y del pensamiento humano, el cual hoy reprimes sin saber por qué, si leyeras historia entenderías que defiendes un proyecto que han intentado en decenas de lugares y momentos diferentes sin éxito alguno, si leyeras ciencia… no, definitivamente ciencia no lees, si leyeras de religión diferenciarías el bien del mal, y entre muchas otras opciones, si leyeras historietas sabrías que los malos nunca ganan.
Muchas veces he imaginado lo que debe pasar por tu mente, por aquello de ponerme en los zapatos del otro para poder entenderlo, y pienso cómo imaginas tu siguiente día en las noches cuando vas a la cama, tú sabes, así como todos planeamos lo que haremos para que nuestro día sea el mejor.  De esta manera, me imagino tu rutina en alguno de los siguientes escenarios:
Opción 1: Te levantas más pobre que ayer, pues el dólar diario que recibes como pago ya no alcanza para pagar alquiler, colegio, comida, y mucho menos un vestido nuevo para tu esposa o una cena en un restaurante; sin desayuno por no encontrar comida en las tiendas sales de tu casa exponiéndote al flagelo de la inseguridad del cual no estás exento. Llegas al regimiento donde entras a una oficina con aire acondicionado y un General con 1 kilo de metal en el pecho sin haber ido a guerra alguna te trata como un perro mientras lo ves balbucear con la boca atiborrada de fritura, y sin entender palabra alguna sabes que te está pidiendo lo mismo del día anterior: salir a “aniquilar” al que se viste de paz y anhela libertad, esa que crees que nadie merece si tú no la tienes. Allí comienza tu jornada heroica, y mientras se reparten una galleta entre los cuarenta que van en el convoy, se ríen del mal olor que hay comenzando el día, pues muchos allí no tienen ni para comprar detergente. Llegas a tu punto asignado (sin aire acondicionado ni frituras) y comienzas a desescuchar a todo el que pasa frente a ti con una bandera recordándote lo que no quieres oír. Soportas hasta que la multitud comienza a multiplicarse en los medios, y el General metal da la orden de atacar, con orgullo enfundas tu fusil y BANG! Te sientes dueño de “algo” al apagar una vida, que no es la tuya porque sabes que de esa no eres dueño. Después del pánico llega la calma, sabiendo que recibirás una palmada en el hombro del General hojalata y podrás ir a descansar. Pero al llegar a casa tu esposa no está, porque se fue de la 6ta cola para comprar comida, para el funeral del hijo de la vecina, que fue asesinado por gritar “Viva Venezuela”. No significa mucho, será solo una noche más sin cena, sin sexo, y sin alguien que te lave el uniforme. Mañana será otro día.
Opción 2: Amaneces entre tus sabanas de algodón egipcio que compraste en tus últimas vacaciones, hoy decides ayudar con el desayuno, así que demoras decidiendo entre arepas de trigo, de maíz, o cachapas con jamón y queso. Todo con jugo de naranja y café, además de cereal con leche para los niños. Salen todos en familia y dejas a los niños en el colegio que elegiste para ellos porque imparten el tipo de educación con la que los quieres formar, y vas rumbo a tu regimiento, donde la bandera tricolor ondea con el más firme orgullo patrio. Tu laudable superior, que te ha enseñado con ejemplo todo lo que sabes y más, te dice que será un día difícil, ya que hay terroristas en la calle con armas de guerra intentando derrocar al gobierno legítimo que ha traído la felicidad a Venezuela, así que tomas tu armamento anti motín, con el cual sabes que no saldrá nadie gravemente herido, y que con tu entrenamiento de alto nivel podrán disolver cualquier intento de los golpistas sin derramamiento de sangre. Desarrollan en la oficina el plan estratégico para evitar enfrentamientos y lo plasman en papel, van al sitio y lo ejecutan cual lo acordado, pero un extremista demente abre fuego contra tus compañeros poniendo en riesgo tu vida y la de los transeúntes que en plenitud viven su cotidianidad, así que entre el ejercicio tropiezas y se te escapa un proyectil lacrimógeno directo hacia el pecho del terrorista, el cual le causa su muerte. Todo en defensa propia y del país, sin embargo sabes que el tropiezo implicará una investigación por una institución independiente y que deberás someterte a la justicia por ello. Finalizas el día en una oficina del regimiento brindando declaración.
Opción 3: Te levantas simplemente a hacer lo tuyo, pero otro también lo hizo y te quitó la vida al salir, con una bala que jamás será buscada si quiera.
¿Con cuál opción te vas a dormir?
¿Alguna de ellas ha estado realmente en tus planes?
¿O acaso puedes imaginar una opción diferente?
Desestimado amigo, espero que sigas siendo protagonista en esta historia, pero del lado correcto de la misma. Cientos de miles que plasmaron en aquella boleta un deseo de cambio al poner en la presidencia a “alguien diferente”, terminaron inocentemente dándole todo a un homicida, quien es hoy el santo en los altares de tu regimiento porque su memoria es la principal guardiana de las arcas del General hojalata. Por ello sé que obedeces sin leer.

P.D. En ninguna de las opciones te imagino leyendo, deberías comenzar.