En nuestro país, ese de los secretos a voces, de
estafas gubernamentales, de convenios internacionales ocultos, de dineros no
declarados y muchos otros silencios, se hace inusual conocer verdades
provenientes directamente del gobierno. Por eso la sorpresa, que presumo habrá
agarrado desprevenidos hasta a los calígrafos verbales rojitos que cambian su
dignidad en las jornadas “voluntarias” de verborrea reciclada por cesta
tickets.
La verdad que nos contó el propio Nicolás
Maduro con firma y demás fue que “reculó”.
Después de 17 años de profundos delirios
bélicos con la indiscutible potencia mundial, de insultos profanados
públicamente tanto por su antecesor, sus seguidores y ahora por el propio
Nicolás Maduro, el avalentonado discurso dio un giro totalmente desacorde a la
línea del discurso oficial, pero eso sí, bien predecible. Tantas horas de “aló
presidente”, de viajes (oficiales y secretos) a Cuba para afinar el gallo, de
esfuerzos sobrehumanos en la generación de calificativos inexistentes en la
Real Academia de la Lengua española, tantas provocaciones que al parecer lo
único que buscaban era que algún vocero norteamericano al menos mencionara a
Venezuela para publicitar al régimen, están vía al caño por una carta que lejos
de ser un proceso diplomático, se parece más a un grito de auxilio.
¿De dónde viene todo este cuento de defender a
Venezuela de un supuesto ataque de los Estados Unidos? En la habitual jornada
delirante donde supuestamente Estados Unidos ha intentado contactar militares
venezolanos para intentar derrocar el gobierno de Maduro (como si no pudieran
solos si quisieran), involucraron al país norteamericano en la no tan preparada
retreta del magnicidio, que debieron reajustar sobre la marcha cuando supieron
que los tucanos venezolanos estaban en mantenimiento y todo aquello que dejo de
ser noticia media hora después de serlo.
El 23 de febrero pasado, hace apenas 3 semanas, el heredero de Chávez
dijo públicamente “…a Venezuela se respeta, yankis del carajo, respeten nuestra
patria”. Por más que uno pueda leer esa frase o escucharla en la grabación con
el más obligado sentido de la calma, es imposible encontrarle el lado pacífico
a la misma, ¿está llamando al respeto con un insulto? Sin embargo, los estadounidenses
no han quemado pólvora en zamuro contestando insultos de bravucón de colegio, y
eso lo vemos desde hace años, o si no, recodemos los diversos calificativos que
el difunto profanaba públicamente a George Bush, y que muy decentemente nunca
fueron contestados por dos simples razones, respeto y falta de importancia.
Ahora, lo que sí ha hecho Estados Unidos, es gobernar su país (muy bien por
cierto, de allí que hasta los funcionarios venezolanos tienen dinero y bienes allá),
y de esta constante labor de seguimiento a mafias del narcotráfico, violadores
de derechos humanos, terroristas, etc., ha puesto los ojos en los oficiales
venezolanos que han abusado sistemáticamente del poder conferido por el propio
pueblo a las autoridades gubernamentales.
No sabemos si por casualidad, pero con una
absoluta causalidad, Estados Unidos ha firmado una “sanción”, a la que mucho
temen desde Nicolás Maduro hasta el último de los casi 5000 oficiales de la
FANB en cargos públicos, siendo importante aclarar que ésta no es, y confío en
el éxito de la Misión Robinson, no es para Venezuela como nación. La calificación
de nuestro país como una “amenaza inusual y extraordinaria” impuesta, es un calificativo
administrativo para que se pueda sancionar en términos financieros a los
funcionarios públicos de este país, que han sido protagonistas de actos
delictivos en la justicia internacional, en este caso las violaciones de
derechos humanos.
Agarrados de semejante mango bajito, la máxima autoridad
criolla, o no tan criolla, bueno, no sabemos porque aún no muestra su partida
de nacimiento, emprendió su nuevo camino a la batalla con sus enemigos
imaginarios, pero esta vez lo tomó en serio y ordenó realizar prácticas
militares para defender la patria de un ataque militar estadounidense, más
tarde incluso hincho su pecho al decir que él mismo dirigiría al ejército en
una eventual acción militar. Está de más traer a colación la muerte del soldado
en estas prácticas, porque además de no haber mencionado el hecho aún, podría servir
para que el supuesto enemigo pueda ver que sí tenemos un flanco débil… dejémoslo
así.
Lo cierto es que el hombre se fue con todo en
un momento, intentando cumplir las fantasías guerreras del fallecido caudillo,
y cuando sus asesores lo despertaron de la siesta, imagino que le habrán
informado del caso Noriega para ponerlo en contexto, le recordaron del déficit de
divisas (que muchas vienen de USA por la venta de petróleo), de la realidad
operativa de la FANB, que los soles de los Generales no son precisamente por
batallas, también de la obsolescencia de los equipos que han adquirido
orgullosamente a Rusia, o simplemente se quedó esperando el paso al frente de
los valientes comandantes de las tropas que harían delantera en la batalla; así
que no le quedó más remedio que el del cobarde, recular.
Su decisión, a sabiendas que tanto él como su
personal diplomático poca atención reciben en el “Imperio”, no podía ser otra
que hacer público un grito de auxilio en caso que los norteamericanos si quiera
consideraran enviar una tropa de scouts para nuestra pacifica nación. Este
grito de auxilio, en forma de carta publicada en uno de los diarios
estadounidenses, deja en descubierto tantas debilidades como cobardías del régimen,
argumentando respetos que nunca ha demostrado, escudándose en su pueblo cuando
son ellos quienes han roto la vía diplomática, señalando al gobierno de Estados
Unidos de acciones que no ha cometido, buscando incluso desvirtuar la imagen de
su mandatario en sus conciudadanos. En fin, decidió que mostrar la cobardía le salía
más barato.
Como parte del pueblo venezolano pacífico, sé
que somos muchos quienes nunca hemos querido un enfrentamiento civil y/o
militar entre pueblos, cosa que dista de la historia de nuestros actuales gobernantes.
Sin embargo, tampoco acompañamos a Nicolás Maduro en su carta cobarde. Como único
firmante, sería cuando menos responsable, que afronte su problema personal y el
de sus funcionarios sancionados directamente con la justicia internacional, y
no involucre a Venezuela como nación en un hecho donde no está implicada.