El
entorno del régimen se hace cada día más pequeño. Lo observado durante los años
que Hugo Chávez estuvo atornillado a su silla respecto al reciclaje de
funcionarios públicos, evidencia la desconfianza que le generaba el
nombramiento de funcionarios por méritos o por preparación. Los nombres de sus
hombres cercanos se repetían una y otra vez, así vimos a Diosdado Cabello por
ejemplo, un teniente e ingeniero del ejército, participante en la intentona
golpista de 1992, convirtiéndose en una de las personas más hábiles del país,
pasando por tres ministerios, la vicepresidencia ejecutiva de la república, una
gobernación, y ahora como legislador y presidente de la asamblea nacional.
Estas
prácticas de reciclaje continúan hoy en la Venezuela del sucesor. Sería una
interesante tarea desarrollar los cargos por los que han pasado tantos
personeros del régimen, al igual que estudiar las credenciales y preparación
que han tenido para ocupar dicho cargo. Podríamos mencionar allí a Elías Jaua,
José Vicente Rangel, Adán Chávez, Jorge Giordani, Rafael Ramírez, Erika Farías,
Tareck Williams Saab, el mismo presidente actual, y un par de decenas más que
han demostrado una dudosa capacidad de gestión, pero que aun así van de
despacho en despacho haciéndonos ya considerarlo normal como lo hacemos también
con tantos flagelos que forman parte de nuestra cotidianidad.
Este
nepotismo chavista, fue evidenciado por el propio presidente del legislativo,
quien con su ya habitual ira mencionó que en el futuro, para poder optar a
cargos públicos, era necesario pasar por la escuela de formación socialista del
PSUV, lo cual demuestra en primer lugar, que se están quedando sin personal de
confianza, y segundo, que le coarta los derechos plasmados en
el artículo 6 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela a sus
propios compañeros y ya relacionan abiertamente el
adoctrinamiento político con las funciones administrativas de la nación.
Mientras
todo esto sucede, sale a la luz a través del diario Le Monde de Francia y no
por fuentes oficiales, el caso de la filial suiza del grupo bancario HSBC, que
incluye la escandalosa suma de catorce mil ochocientos millones de dólares americanos
(14.800.000.000,00 US$) distribuidos en 1282 cuentas del estado venezolano al
parecer sin declaración alguna; suma que se acerca al 70% de las reservas
internacionales publicadas por el BCV el día de ayer.
Y es
que menciono este caso al hablar de nepotismo chavista, porque un responsable
directo de desarrollar una investigación para rendir cuentas a los venezolanos
que son los dueños de los reales, es el poco mencionado Manuel Enrique Galindo
Ballesteros, contralor general de la república, a quien hasta el día de hoy no
se le ha escuchado pronunciamiento alguno, siendo este organismo autónomo parte
del Poder Ciudadano el encargado de velar por la transparente administración
del patrimonio público del Estado venezolano.
Esto
nos lleva a pensar más allá del hecho. Manuel Galindo, previo a su nombramiento
como contralor, fungía como procurador general de la nación, puesto que ocupó
al quedar por su posición de viceprocurador según los estatutos tras el retiro
de la primera combatiente durante la campaña presidencial de Nicolas Maduro. A
su vez, el viceprocurador es nombrado por el procurador, es decir, un puesto de
confianza que le fue otorgado por la entonces procuradora de la república Cilia
Flores. A sabiendas que la procuraduría y la contraloría tienen relación pues
ambos resguardan el patrimonio de la nación, podríamos concluir que el
nombramiento de Galindo en su actual cargo (aunque hecho por la asamblea nacional)
no es fortuito, quizás de allí también el hecho que a los corrientes no se haya
nombrado procurador o procuradora desde la salida del mismo.
Como
la tarea de averiguar las credenciales de los funcionarios reciclados, también sería
interesante indagar en el vínculo de Galindo Ballesteros con la familia
presidencial. Pues según el propio portal de la procuraduría general de la república,
en nota de prensa del 22 de Julio de 2014, Galindo “…exhortó a practicar la
lealtad integral hacia Dios, hacia el Comandante Supremo, Hugo Rafael Chávez
Frías, y hacia el Presidente de la República, Nicolás Maduro Moros, como un
elemento cohesionador del compromiso para la construcción revolucionaria.”
Estas
palabras al parecer lo ponen en el círculo de confianza que tanto tiene preocupado
a Diosdado Cabello, y lo mantiene en su silla calladito viendo pasar esta serie
de eventos sin siquiera chistar o hacer su trabajo de fiscalización. Espero me
equivoque y pronto pueda ver un trabajo de contraloría objetivo para el caso en
cuestión. O mejor aún, que antes de terminar su trabajo de contraloría se logre
el cambio (no reciclado) de gobierno y funcionarios. Seguiremos esperando. Perdón,
¿seguiremos esperando?