La
radicalización del pensamiento, debido al discurso divisor del actual
mandatario nacional, deriva en una falta de cultura electoral que estimula la
mediocridad a la hora de decidir. Veía por televisión a los candidatos a la presidencia de Estados Unidos en su primer
debate, y aunque difieren en temas cotidianos como el plan de inversión en
educación o la generación de empleos para la clase media, entre otros,
impresiona ver como el respeto es el principal actor en la contienda, respeto
de lenguaje y de gestos, respeto hacia el moderador y al público, respeto a la
población que apoya a las dos opciones, en fin, respeto a su País.
Muchos cerrarán su mente ante esta
reflexión porque la comparación la estoy haciendo con el que algunos mal llaman
“Imperio”, pero pecarían de ignorantes si desconocen que esa práctica del
debate respetuoso entre candidatos a la Presidencia se lleva a cabo en la gran
mayoría de los Países democráticos (Incluyendo Latinoamérica). Aún peor, cuando
evaluamos las razones por las que no se da este debate en Venezuela,
encontramos que uno de los candidatos simplemente no quiere hacerlo, porque se
siente superior al rival (o es lo que quiere hacer creer a sus seguidores). Sea
como sea, está evitando la discusión de problemas reales, para enfocar la
campaña en populismo, amenazas e insultos. Lo cierto es que tenemos 14 años
comiendo de ese plato y ya nos repugna.
A pesar de la evidente cobardía por
parte de quien no quiere debatir, hay un gran número de venezolanos que caen en
el juego de las amenazas. Lo más común que encontramos a nuestro alrededor
entre quienes estarían dispuestos a darle el voto a lo mismo que venimos
viviendo desde hace década y media, es el caso del empleado público que no
quiere perder su puesto de trabajo, que inconscientemente actúa con egoísmo
personalista, pues su decisión de apoyar la estadía del gobierno actual,
teóricamente lo mantendría en su trabajo, sin importar qué pase en su entorno,
la economía en declive, inseguridad desbordada en las calles, corrupción
desbocada y por supuesto, muchos otros millones de venezolanos desempleados,
entre tantos flagelos más que nos afectan.
Si
dejamos a un lado este egoísmo, y pensamos en una Venezuela donde todos seamos
productivos, donde haya empleo, bienestar social, capacidad adquisitiva, etc.,
entonces todos tendremos una mejor calidad de vida. Si tu duda es la
incertidumbre de quedar sin empleo, te digo que cambiando a Venezuela hacia el
progreso, no sólo mantendrás tu empleo, sino que se generarán millones de
empleos más para tus familiares, amigos y vecinos que no tienen uno, que lo que
estás percibiendo económicamente te alcanzará para vivir mejor, que los únicos
desempleados serán el Presidente saliente y los ministros (Pero ellos están
dispuestos a sacrificar todo por el pueblo así que no debemos preocuparnos),
que debido al mejor manejo de los recursos del estado utilizaremos el Petróleo
como palanca para el desarrollo productivo de tantos sectores potenciales que
tenemos en nuestra patria, es decir, que dándole una oportunidad al progreso,
estamos dejando atrás un estado paternalista que nos convierte en conformistas
por lo que nos da, por un estado donde nuestro esfuerzo por el trabajo nos
lleve tan alto como sean nuestras metas y ambiciones.
Venezuela
tiene tanto por dar, que muchos de nosotros no conocemos su potencial, existen
Países en el mundo que son ejemplos a seguir en cuanto a economía, sociedad y
desarrollo, pero no son mencionados en nuestra tierra porque estamos sumidos en
un discurso constante que nos habla sólo de patria y socialismo, pero que ni
desarrolla a fondo dichos conceptos, ni permite que avizoremos opciones
diferentes. Suiza por ejemplo, tiene un PIB per cápita cuatro veces mayor al de
Venezuela (Aún cuando éste es calculado con el precio del Dólar regulado), el
de Dinamarca y Suecia es más del doble del de nuestro País, y estos países no tienen
la fertilidad de la tierra, ni los minerales, ni el Petróleo que tiene
Venezuela, mucho menos la posición geográfica ideal para comercio entre
continentes. Nosotros tenemos todo esto y más, y aun así somos pobres. De allí
la frase coloquial “La pobreza es psicológica”.
Se
ha hecho parte de nuestra cultura, el considerar normal el robo de dinero por
parte de personajes que estén en el gobierno, usualmente utilizamos frases como
“Eso se ha hecho toda la vida”, “Ojala este no robe tanto”, o “Él roba pero
también deja para los demás”. Si analizamos estas frases a fondo, sería lo más
absurdo y mediocre que podría salir de nuestras bocas; un gobierno es un ente
público, es decir, un empleado nuestro, colocado allí con el fin de administrar
los bienes y el dinero del estado para generar bienestar a quienes allí
habitamos, el gobierno está lejos de ser el dueño de la riqueza del País, a
quien debemos pedir y ser agradecidos por lo poco que nos dé. Abramos nuestros
ojos y levantemos nuestras voces, que la manera de ser escuchados es a través
del voto. Necesitamos un administrador de recursos que esté consciente de su
condición de servidor público, que no se crea indispensable y que no esté
buscando perpetuarse en el puesto, pues somos cerca de treinta millones de
habitantes capaces de administrar recursos, tenemos que hacerlo a diario en
nuestro hogar, así que basta de populismo y seamos inteligentes al momento de
elegir a alguien que tome las decisiones correctas para poner a producir
nuestro País. Basta de creer que la patria que Bolívar quería era de miseria y
de discordia, basta de comprar amigos para alimentar la fantasía de atacar al
supuesto Imperio que quiere adueñarse del mundo, basta de odiar al que tiene
dinero, basta de excluir a profesionales valiosos por pensar diferente, basta
de comparar con los gobiernos del pasado a alguien que era un estudiante cuando
se cometieron estos errores. Sé que el gobierno ha aceptado haber cometido
errores y es normal hasta cierto punto cometerlos, pero debemos permitir que
los siga cometiendo?. Merecemos algo mejor.
Si bien está claro cuál será mi
decisión al momento de votar, mi llamado no es para votar por uno de los
candidatos, mi llamado es para votar inteligentemente, evaluando el resumen
curricular de cada uno de ellos, pues será nuestro empleado por los próximos
seis años. Mi llamado es a la paz y a la concordia entre compatriotas. Seguro
estoy que tomaremos la decisión correcta, porque los buenos somos más! Dios
Bendiga a Venezuela!